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El doctor Francisco Vázquez de Quevedo hablará sobre el Lazareto de Pedrosa: 190 años de asistencia sanitaria
El presidente de Honor de la Real Academia de Medicina de Cantabria interviene el jueves, día 31 de enero de 2019, a las 19,00 horas en el Salón de Actos del Colegio de Médicos
El doctor Francisco Vázquez de Quevedo hablará sobre el Lazareto de Pedrosa: 190 años de asistencia sanitaria, el jueves, día 31 de enero de 2019, a las 19,00 horas en el Salón de Actos del Colegio de Médicos.
El presidente de Honor de la Academia será presentado por el doctor José Ramón Rodríguez Altónaga, Académico de Número de la RAMC.
Asimismo, la sesión académica servirá para presentar el libro de la editorial Cantabria Académica que el doctor Vázquez Quevedo ha escrito sobre la Isla de Pedrosa. Esta publicación se hace narración de lo acontecido en una isla, “que a lo largo de 190 años, fue y es lugar de alegría y sufrimiento”, según explica el autor.
Para Vázquez de Quevedo, la isla es un lugar de “curación y dolor” y ha sido un enclave sanitario donde, muchos recuperaron la salud y otros murieron.
“En base a la tradición oral de lugareños, recuerdos, notas y documentación encontrada sobre su existencia hemos tratado de rehacer la historia, preferentemente sanitaria, ordenando con criterio cronológico desde las noticias más antiguas a los tiempos actuales”, recalcó el autor.
La isla, situada en la zona sur de la bahía de Santander, fue habitada desde mediados del siglo XVI, al tener Santander un tráfico naviero con las tierras y regiones trasatlánticas del Nuevo Mundo.
Según explicó el académico, cuando se dio por terminado, por Real Decreto de 1765, el monopolio de puerto de embarque y descarga en Cádiz, – que siguió al de Sevilla – para controlar en exclusiva todo el tráfico con América es el momento en que nueve puertos del litoral peninsular más se actualizan y desarrollan.
El puerto de Santander tenía por aquellas fechas ya cierto tráfico marítimo y es a partir de 1778 cuando se establece el Consulado de Mar y Tierra de la muy Noble y muy Leal Ciudad de Santander. Con ello se amplían las rutas con los puertos del Nuevo continente americano y con ello se inicia una nueva problemática sanitaria por el intercambio de enfermedades.
Vázquez de Quevedo explica que en aquellos tiempos “a que hacemos referencia”, la existencia de ciertas enfermedades contagiosas era frecuente y llevadas o traídas por los barcos, ya a través de personas contaminadas o ciertos animales portadores abordo, en especial ratas o pulgas.
Por eso, era obligatorio por las leyes de navegación internacional que cuando un barco traía alguna posible enfermedad contagiosa izase una bandera amarilla y con un gallardete rojo debajo, y en el caso de muerte a bordo avisaba con bandera negra en su mástil principal. Sanidad exterior en el puerto de origen del barco extendía una patente, limpia o sucia, en cuyo caso inmovilizaba el barco.
Ante esta situación, el Puerto de Santander –como otros de la Península- precisa un fondeo de cuarentena para lo cual se requiere un lugar de aislamiento de los pasajeros y tripulación de al menos 40 días de observación y si procediese tratamiento, desinfección del barco, e incineración de enseres y fardos contaminados.
Las enfermedades más frecuentes a bordo eran: la fiebre amarilla (por la picadura del mosquito aedes aegypty con necrosis hepática); la peste (zoonosis motivada por yersinia Pestis trasmitido por picaduras de las pulgas de las ratas); el cólera (motivado el Vibrio colerae provocando grandes diarreas y aguas contaminadas); la viruela (producida por un ortopoxvirus con fiebres y pápulas cutáneas); la malaria o paludismo muy corriente en las zonas tropicales, trasmitido por picaduras del mosquito Anopheles; a parte de las enfermedades más comunes como: tuberculosis, carbunco y sífilis etc…
Posteriormente, esta Isla sirvió, a lo largo de años, para la acogida de heridos de las guerras exteriores, como cuarentenarios militares.
INVITACION ACADEMIA Francisco Vázquez de Quevedo