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DÍA MUNDIAL DEL PARKINSON….. “El envejecimiento de la población hace que se vislumbre en el futuro una pandemia silenciosa de enfermedades neurodegenerativas”
El doctor Jon Infante, jefe de Sección del Servicio de Neurología de Valdecilla, analiza la actualidad del Parkinson y otras patologías neurológicas para el Colegio de Médicos de Cantabria
Las enfermedades neurológicas aumentan su incidencia con la edad, y con una población cada vez más envejecida las cifras de estas patologías van en aumento por lo que el sistema tiene que prever esta realidad. Esta es una de las reflexiones del doctor Jon Infante Ceberio, jefe de Sección del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, profesor titular de la Universidad de Cantabria y responsable de la Unidad de Trastornos del Movimiento.
Aunque nació en San Sebastián, lleva en Valdecilla desde 1997, año en que comenzó su residencia, y desde entonces he desarrollado su carrera profesional en el hospital, que “es referencia en investigación neurológica y en el tratamiento de muchas patologías”. En esta entrevista el doctor Infante analiza la realidad de esta especialidad para el Colegio de Médicos con motivo del Día Mundial del Parkinson
Si hablamos de cifras…¿ha aumentado el parkinson en los últimos años? ¿Cuáles son los datos de Cantabria?
Los casos de Parkinson han aumentado, efectivamente, a lo largo de las últimas décadas como consecuencia del envejecimiento de la población. La incidencia de la enfermedad aumenta con la edad y las cifras de prevalencia se sitúan en un 1%-2% en los mayores de 65 años y aumentan hasta el 5% en los mayores de 85. Globalmente la prevalencia oscila entre los 120 y 160 casos por 100.000 habitantes. En Cantabria no tenemos un registro oficial de todos los casos diagnosticados de Parkinson pero, según las cifras anteriores, estimamos que existen en torno a 700 pacientes con enfermedad de Parkinson en este momento.
Y para los profanos…¿qué es el Parkinson, cómo se manifiesta y cual es el perfil de los pacientes que lo padecen?
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa, la más frecuente después de la enfermedad de Alzheimer. Por razones que aún no conocemos bien, en un momento dado de la vida comienzan a degenerar o morir grupos de neuronas de diversas áreas del cerebro entre las que destacan las neuronas de una región ubicada en el mesencéfalo conocida como sustancia negra, que son las encargadas de producir una sustancia llamada dopamina, necesaria para que llevemos a cabo nuestros movimientos con la habilidad y velocidad necesaria en cada momento. La falta de la dopamina explica algunos de los síntomas característicos de la enfermedad de Parkinson como son el temblor, la lentitud de movimientos y la rigidez. Pero estos síntomas no son los únicos. Como he mencionado anteriormente también se afectan otras áreas del cerebro y también de los nervios periféricos que explican la aparición de muchos otros síntomas, que pueden preceder o acompañar a los síntomas motores y que a menudo causan incluso más discapacidad que éstos. Entre estos síntomas están la depresión, el deterioro cognitivo, que a veces desemboca en demencia al cabo de los años, el estreñimiento, la pérdida de olfato, los trastornos del sueño, etc. La razón por la que mueren estos grupos de neuronas no la sabemos con certeza, pero tiene que ver con la presencia de unos depósitos anormales de una proteína llamada alfa-sinucleína en el interior de estas neuronas.
Los pacientes normalmente consultan por la aparición de temblor o torpeza en una extremidad, habitualmente una mano, o por desarrollar lentitud o torpeza a la hora de caminar. Afecta algo más a hombres que a mujeres y lo más habitual es que los síntomas se inicien pasados los 60 años, sin embargo, hasta en uno de cada cinco casos los síntomas se inician antes de los 50 años. Solo uno de cada 10 casos de Parkinson tiene una causa genética, y en estos casos habitualmente la edad de inicio es más temprana.
Si hablamos de tratamientos, los avances han sido espectaculares para abordar el Parkinson ¿hasta donde hemos llegado en la actualidad?
Es cierto, hoy en día disponemos de un arsenal muy amplio de tratamientos que permiten controlar los síntomas y problemas motores causados por la enfermedad y, por tanto, mejorar mucho la calidad de vida de los pacientes durante muchos años. Por un lado, tenemos fármacos que suplen la falta de dopamina en el cerebro o simulan su efecto, entre los cuales el más eficaz sigue siendo la levodopa. En los últimos años han surgido nuevos tratamientos en esta línea que permiten que la acción de la levodopa sea más eficiente. En los casos en los que estos fármacos consiguen un adecuado control de los síntomas motores contamos con las llamadas terapias de segunda línea, entre las que se encuentran dos sistemas de infusión continua (la infusión continua subcutánea de apomorfina y la infusión continua intraduodenal de levodopa) y el tratamiento mediante electrodos de estimulación cerebral profunda.
Este último procedimiento actúa mediante una batería conectada a unos electrodos situados en el interior del cerebro que mediante estímulos eléctricos modifica la actividad de determinados circuitos cerebrales que están funcionando de una manera anómala en los pacientes. El procedimiento es altamente eficaz para controlar los síntomas en pacientes seleccionados con enfermedad de Parkinson avanzada. En esta idea de actuar sobre los circuitos cerebrales se ha desarrollado muy recientemente una nueva modalidad de tratamiento que permite lesionar mediante haces de ultrasonidos estructuras que forman parte de estos circuitos cerebrales sin necesidad de llevar a cabo una cirugía. El procedimiento se conoce como HIFU y ha demostrado ser muy eficaz para el tratamiento del temblor. Actualmente se está investigando su aplicación para el resto de síntomas de la enfermedad de Parkinson.
A pesar de todos estos avances que mejoran mucho la calidad de vida de los pacientes no disponemos, desgraciadamente, de ninguna opción de tratamiento que sirva para detener o frenar siquiera el avance de la enfermedad. Este es el principal desafío al que nos enfrentamos, junto con el desarrollo de fármacos o tratamientos que sean realmente eficaces para tratar algunos de los síntomas no motores más invalidantes, como el deterioro cognitivo, las alteraciones del equilibrio, la depresión o la disfagia.
Valdecilla es referencia en el tratamiento de muchas patologías ¿también abordando el Parkinson y otras enfermedades neurológicas?
Valdecilla cuenta con una Unidad de Trastornos del Movimiento que en estos momentos ofrece todas las modalidades de tratamiento existentes para la enfermedad de Parkinson avanzada, incluidas las terapias de segunda línea. Junto con los Servicios de Neurocirugía y de Neurofisiología Clínica forma la Unidad de Estimulación Cerebral Profunda que lleva a cabo procedimientos desde hace seis años en pacientes seleccionados con enfermedad de Parkinson o temblor. También el Servicio de Neurología es referencia nacional (CSUR) en el campo de un grupo de enfermedades neurodegenerativas poco frecuentes como son las Ataxias y las Paraplejías Espásticas Hereditarias. En este campo de las enfermedades neurodegenerativas, Valdecilla cuenta, además, con una Unidad de Deterioro Cognitivo que es líder en el diagnóstico e investigación en demencias, principalmente en enfermedad de Alzheimer. Fuera ya del ámbito de las enfermedades neurodegenerativas, Valdecilla cuenta con una Unidad de Cefaleas que está entre las más destacadas del país (galardonada con el premio Best in Class 2020) así como de una Unidad de Ictus que es de referencia para la Comunidad de Cantabria y ofrece todas las modalidades terapéuticas de revascularización cerebral disponibles.
Y con respecto a la investigación neurológica ¿cómo está Valdecilla?
El Servicio de Neurología del HUMV tiene como seña de identidad, desde su fundación por el Profesor Berciano, una clarísima vocación investigadora y por tanto una larga y fructífera trayectoria en este ámbito. Actualmente, el servicio cuenta con dos grupos de investigación dentro de nuestro instituto de Investigación (IDIVAL). Uno de ellos es el grupo de investigación en enfermedades neurodegenerativas, del cual soy responsable, y el otro es el grupo de investigación en cefaleas, cuyo responsable es el profesor Julio Pascual. El grupo de investigación en enfermedades neurodegenerativas está entre los de más larga trayectoria y mayor producción científica de nuestra institución y forma parte del CIBER nacional en enfermedades neurodegenerativas (CIBERNED). Cuanta además con sólidas conexiones internacionales. En los últimos años se han producido una media de 40 publicaciones anuales con más de 200 puntos de factor de impacto. Parte de esta actividad científica corresponde a la línea de investigación en enfermedad de Parkinson que es una de las más activas junto con la línea de Alzheimer y de ELA. En la línea de la enfermedad de Alzheimer merece la pena destacar el ambicioso proyecto “Cohorte-Valdecilla, para el estudio de la memoria y el envejecimiento cerebral”, liderado por el doctor Pascual Sánchez-Juan, en el que se están estudiando biomarcadores de las etapas más tempranas de la enfermedad de Alzheimer, incluidas las etapas preclínicas. Hay que destacar también en el campo de las enfermedades neuromusculares la figura del profesor José Berciano, que ha liderado durante décadas la investigación en enfermedades neuromusculares, con numerosísimas contribuciones originales en el campo de las neuropatías hereditarias y sobre todo del síndrome de Guillain-Barré. La investigación en el campo de las cefaleas ha tenido también un notable impacto dentro y fuera de nuestras fronteras, con una orientación trasnacional que ha permitido dotar a nuestro Servicio de una unidad asistencial de referencia.
Si hablamos de prevención, ¿hay algún método para prevenir enfermedades neurológicas?
Si nos centramos en las enfermedades neurodegenerativas cada vez contamos con más evidencias de que efectivamente hay factores modificables que pueden influir sobre el riesgo a desarrollarlas. El impacto de estas medidas es seguramente pequeño, pero al mismo tiempo real. La práctica regular de ejercicio físico, una dieta saludable (la llamada dieta mediterránea) y un alto nivel de educación (una vida intelectual y socialmente activa) protegen frente al riesgo de deterioro cognitivo. Curiosamente, el tabaquismo se asocia a un menor riesgo de Parkinson, lo mismo que el consumo de café. Por otro lado, los traumatismos craneales repetidos conllevan un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas en general. Podemos resumir las recomendaciones indicando a nuestros pacientes que lleven una vida sana, que se alimenten bien, que practiquen deporte o ejercicio, y que no fumen…a pesar del mínimo beneficio frente al riesgo de Parkinson.
Una vez que comprendamos mejor qué es lo que causa la muerte neuronal en las enfermedades neurodegenerativas estaremos en condiciones de aplicar medidas preventivas más eficaces. Y no estamos tan lejos. Sabemos que las enfermedades neurodegenerativas se caracterizan cada una de ellas por la presencia de agregados de proteínas anormales en el cerebro (alfa-sinucleina en el Parkinson, beta-amiloide y tau en el Alzheimer y TDP-43 en la ELA). Sabemos también que esas proteínas empiezan a depositarse años e incluso décadas antes de que aparezcan los primeros síntomas. En cada una de estas enfermedades hay numerosos ensayos clínicos con fármacos dirigidos a evitar la formación de estos agregados proteicos. Cuando estos tratamientos demuestren su eficacia podremos realmente aplicarlos en estas etapas anteriores al inicio de los síntomas y prevenir realmente la aparición de síntomas de la enfermedad. Confiemos en que este momento llegue más pronto que tarde.
Para terminar, la cronicidad de las enfermedades y el envejecimiento de la población prevé que va a haber mucho trabajo para los neurólogos ¿ha previsto nuestro sistema esta necesidad?
Es cierto, las enfermedades neurodegenerativas más frecuentes como el Parkinson o el Alzheimer van de la mano de la edad y en el futuro que se vislumbra con una población cada vez más envejecida se nos viene encima una verdadera “pandemia” silenciosa para las próximas décadas, no solo en forma de una gran presión sanitaria derivada de una creciente demanda asistencial, sino también en forma de problemática socio-sanitaria derivada de la gran dependencia generada por estas enfermedades. Todo esto en ausencia de tratamientos eficaces. Si llegaran tratamientos eficaces capaces de modificar el curso de estas enfermedades, estos serán presumiblemente caros y en tal caso habrá que prever o soportar su previsible gran impacto económico. Los responsables de la Administración son conocedores de este escenario y de hecho se han puesto en marcha, tanto a nivel nacional como autonómico, diferentes planes para abordarlo. Estos planes necesariamente deberán dotarse de partidas presupuestarias si de verdad quiere hacerse frente a las necesidades venideras.