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Un estudio español evidencia que el COVID-19 se propagó más en los países con más vuelos internacionales
15/05/20 Alfonso Mateos, profesor de la ETSI Informáticos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), y Eloy Vicente Cestero, doctor en Inteligencia Artificial y científico de datos de esta universidad madrileña, han analizado en un artículo científico el impacto de los vuelos internacionales en la propagación del COVID-19
Según sus hallazgos, el coronavirus se propagó más en aquellos países que contaban con más vuelos internacionales. Los primeros países en cerrar su tráfico aéreo con China fueron Rusia, Italia, Pakistán, Turquía o Australia. Todos los territorios, sin embargo, dejaron abierto su espacio aéreo al resto de vuelos internacionales durante algunas semanas más. Los investigadores señalan que «la mayoría de los países subestimaron» la capacidad de contagio que traen los vuelos.
«Dicha subestimación pudo deberse a que muchos de los afectados por COVID-19 son asintomáticos y los sintomáticos pueden tardar hasta 14 días en presentar los síntomas. Además, tanto los síntomas como los colectivos de riesgo y época estacional coinciden con los de la gripe común», argumentan.
Sobre las razones que explican por qué la epidemia ha sido mucho más virulenta en unos países que en otros se ha especulado bastante. Las diferencias entre territorios se han atribuido a factores como la gestión de los gobiernos, razones sociológicas y de hábitos de vida (niveles de socialización), cuestiones industriales como la deslocalización de las fábricas de material sanitario, test epidemiológicos y equipos de protección individual o la privatización y los recortes del sector sanitario y los servicios sociales.
«El análisis de la red de vuelos internacionales (RVI) y el hecho de que el virus pueda propagarse de forma desapercibida nos sugiere una razón adicional: el virus se instaló con mayor facilidad y rapidez en los países más expuestos. Tuvieron menos tiempo que otros para poder reaccionar y sirvieron de advertencia al resto», argumentan en su trabajo. Según estos investigadores, la gestión de los distintos gobiernos, las características sociodemográficas o la capacidad de los sistemas sanitarios «hicieron el resto, pero los países más expuestos partían de una posición mucho más difícil».
Análisis de la red de vuelos internacionales
Para refrendar esta hipótesis y analizar el papel de la RVI en la propagación de la COVID-19, los investigadores han desarrollado una aplicación web. La red de vuelos internacionales está formada por todos los aeropuertos internacionales del mundo unidos mediante aristas ponderadas por el número de vuelos que los conectan. Utilizando esta herramienta, han representado todos los vuelos entre cada par de países.
Los científicos indican que la exposición de los estados en esta red se puede medir mediante varias métricas según su posición más o menos importante e influyente en la red. En el análisis de redes estas medidas se conocen como funciones de centralidad. Existen varias funciones de centralidad, pero en su trabajo han escogido la centralidad de autovector, que detecta nodos que, sin necesidad de estar especialmente conectados, tienen buenas relaciones con los nodos más influyentes.
«Un nodo podría tener pocas relaciones en la red, pero contar con relaciones de mucho peso con los nodos más conectados. De esta manera, podría tener una alta centralidad de autovector aun teniendo pocas conexiones», explican. «Así, un aeropuerto con una centralidad de autovector alta podría estar en pocas rutas, pero mantener muchos vuelos directos con los aeropuertos más conectados del mundo. Esto le dotaría de una centralidad mayor de la que cabría esperar dadas su escasas conexiones», añaden.
Relación entre vuelos por países y contagios
Tras calcular la centralidad de autovector de cada país en la red, cruzaron dicho dato con el número acumulado de contagios de cada país hasta el 14 de abril de 2020, según datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). El objetivo era estudiar el comportamiento de la enfermedad en los inicios de la pandemia. Consideraron un plazo suficientemente acotado como para evitar que las condiciones sociodemográficas, la capacidad industrial de los estados o las medidas de confinamiento implementadas por cada gobierno pudieran tener un efecto significativo.
Así, comparando la centralidad de autovector con el número de contagios, los estados con mayor centralidad, con una diferencia significativa con respecto al resto, son, por este orden, España, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Italia y Francia. Es decir, los seis países con mayor número de infectados acumulados a 14 de abril de 2020. Los investigadores detallan que «se observa una relación lineal entre la centralidad de autovector en la RVI y el número de contagios de cada país». «Conforme crece la centralidad, aumenta el número de contagios en términos medios y de manera proporcional», señalan.