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La vacuna no produce más efectos secundarios en personas con enfermedad inflamatoria intestinal, según estudio
09/06/2021 Los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII) no parecen tener un mayor riesgo de sufrir efectos secundarios de las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer o Moderna, según un estudio del Cedars-Sinai (Estados Unidos) publicado en la revista ‘American Journal of Gastroenterology’
De hecho, las personas que están siendo tratadas con terapias inmunomodificadoras avanzadas pueden experimentar estas reacciones adversas con menos frecuencia que la población general. Las EII, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, son patologías crónicas que se producen cuando el sistema inmunitario intestinal se vuelve hiperreactivo, lo que provoca diarrea crónica y otros síntomas digestivos. En una encuesta publicada al principio de la distribución de la vacuna contra COVID-19, el 70 por ciento de los pacientes con EII en EE.UU. manifestaron su preocupación por los efectos secundarios de las vacunas.
«Lo que hemos aprendido es que si usted tiene EII, los efectos secundarios que probablemente experimentará después de una vacuna no son diferentes de los que tendría cualquier otra persona. Si está siendo tratado con terapias avanzadas, como los biológicos, estos efectos secundarios podrían ser incluso más leves. Así que no dejes que eso sea una razón para no vacunarte», explica el doctor Gil Melmed, autor correspondiente del estudio.
Los pacientes con EII y otras afecciones relacionadas con el sistema inmunitario que reciben terapias biológicas fueron excluidos de los ensayos de la vacuna contra la COVID-19, por lo que Melmed y otros investigadores evaluaron los efectos secundarios posteriores a la vacunación en 246 pacientes adultos con EII en un registro de la vacuna utilizado por los investigadores del Cedars-Sinai.
Estos pacientes, al igual que los de la población general, manifestaron con mayor frecuencia dolor e hinchazón en el lugar de la inyección, seguidos de fatiga, dolor de cabeza y mareos, fiebre y escalofríos, y síntomas gastrointestinales. La mayoría de los efectos secundarios fueron leves y duraron sólo unos días. Muy pocos pacientes con EII informaron de efectos secundarios graves, en su mayoría fatiga, fiebre y dolor de cabeza. Y solo dos de los 246 pacientes estudiados informaron de síntomas gastrointestinales graves.
Muchos pacientes con EII expresaron su preocupación de que la vacunación pudiera causar un «brote» o un empeoramiento de su enfermedad. Se está investigando si los síntomas gastrointestinales posteriores a la vacunación se debieron a brotes o simplemente a reacciones a la vacuna. Sin embargo, Melmed destacó que la gran mayoría de los síntomas gastrointestinales notificados fueron de corta duración y se resolvieron por sí solos.
Alrededor del 80 por ciento de los pacientes del estudio estaban siendo tratados con terapias avanzadas que inhiben la respuesta inmunitaria del organismo de forma selectiva, incluidas varias terapias biológicas y de inhibidores de la quinasa Janus. Melmed señaló que esta inhibición del sistema inmunitario podría explicar en parte el número ligeramente inferior de efectos secundarios que presentaron estos pacientes. «Muchos de estos efectos adversos podrían deberse en realidad a la reacción del sistema inmunitario a la vacuna. Así pues, es posible que no se produzca una reacción tan fuerte a una vacuna si se toman medicamentos que modulan partes del sistema inmunitario», argumenta Melmed.
Es probable que los pacientes con otros tipos de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario que reciban estas terapias también experimenten menos efectos secundarios. «Creemos que nuestros resultados serán aplicables a los pacientes con otras enfermedades inflamatorias inmunomediadas, ya que estos medicamentos se utilizan ampliamente en dermatología, neurología, reumatología y otras disciplinas», vaticina el doctor Dermot McGovern, coautor del estudio.
Mientras tanto, esta investigación se está ampliando durante 5 años para ayudar a los investigadores a determinar si, debido a que sus sistemas inmunitarios están siendo modulados por el tratamiento de la EII, están recibiendo menos protección de las vacunas contra la COVID-19.
«Lo que aún no sabemos es si estas vacunas crean una inmunidad duradera contra la COVID-19 en los pacientes con enfermedades inmunomediadas. Reunir esta información de importancia crítica es el siguiente paso de nuestro equipo de investigación», remacha otra de las responsables de este trabajo, la doctora Susan Cheng.