Actualidad colegial
El doctor y escultor José Antonio Andrés Vera realiza los premios de las Trayectorias Profesionales del Colegio
La escultura realizada en bronce para el Colegio de Médicos de Cantabria como homenaje a la medicina y a sus profesionales, recibe el nombre de La Copa de la Vida
El doctor y escultor José Antonio Andrés Vera ha realizado las esculturas que el Colegio de Médicos ha entregado los colegiados distinguidos por sus Trayectorias Profesionales durante la fiesta del Colegio en junio de este año.
La escultura realizada en bronce para el Colegio de Médicos de Cantabria como homenaje a la medicina y a sus profesionales, recibe el nombre de La Copa de la Vida. Según ha explicado el autor de la escultura, la oquedad la forman dos triángulos, que representan la feminidad, la tierra y el origen de la vida, entrelazados para conformar un útero. Sobre una esquina de un triángulo asoma la cabeza de una serpiente que desciende retorciéndose hacia la base. Copa y sierpe siempre asociados a la medicina.
Asimismo, matizó que la serpiente es el símbolo de la renovación y del espíritu, así como su venero origen de los fármacos. La torsión y el movimiento espiral representa el dinamismo de la vida, presente en muchas formas de la naturaleza, como en la cadena del ADN, secreto y registro de la vida, sugerida por los orificios y puentes que unen las dos espirales del tronco de la copa.
José Antonio Andrés Vera nace en el 1956, en Zaragoza, donde realiza estudios de medicina en la Universidad de la ciudad. En esa época se dedica a la fotografía siendo socio de la Sociedad Fotográfica de Zaragoza y participa como reportero gráfico mientras estudia. Tampoco deja de lado algún ejercicio con la pintura y con la escultura con diversos materiales. Sin embargo, no realiza ningún estudio relacionado con las artes siendo totalmente autodidacta; como dice él, las artes plásticas se aprenden principalmente con la vista y con las manos, con un cierto toque de curiosidad por la experimentación y una apuesta por jugar con las sensaciones y eso tan confuso y peculiar para todos que es la belleza.
Cuando comienza a ejercer su profesión de médico en las Islas Canarias, en Tenerife, es cuando toma contacto más continuo con la escultura y más concretamente con la madera como materia plástica para jugar con el volumen. Allí comienzan sus primeras actividades públicas con exposiciones varias, que luego continuará en la península. Él dice que está dividido entre la medicina y la escultura, sin embargo, son complementarias en su vida y que ambas tienen un poco de rutina y un mucho de creación, que es lo importante.
Definitivamente emplazado en Cantabria, reside en Riaño de Ibio, Ayuntamiento de Mazcuerras donde trabaja como médico rural y donde desarrolla su actividad artística integrado en su entorno natural acorde con su intimismo y sensibilidad.
La madera para este escultor tiene algo de fascinante, la considera como algo vivo, no sólo por su origen en un ser vivo: “el árbol”, sino por aquello que perdura en ella, con el movimiento de sus vetas, sus texturas y colores, su calidez y sensualidad, su aroma y su brillo, su tacto, porque en definitiva, él quiere que sus obras no sólo se contemplen sino que se palpen y se acaricien.
Su tratamiento es siempre artesanal, lento y tranquilo, que invite a una contemplación y maduración prolongada de cada obra y por eso su autor reconoce que en cada obra hay algo de él. En ocasiones quiere trabajar con piezas deterioradas por la intemperie, con un proceso escultórico previo del tiempo y de la naturaleza para alternarlo con la acción de la mano del hombre.
Son de destacar algunas obras realizadas a partir de traviesas viejas de ferrocarril. Trabaja con maderas nobles, algunas del país como el roble, el castaño, el tejo, el fresno, la sabina, el cedro, el enebro, el nogal, etc. y también con maderas importadas de origen tropical, como la caoba, la cereceida, la jatova, etc …