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«Es necesario un plan nacional de prevención del suicidio que identifique los riesgos y diseñe e implemente estrategias eficientes»

La jefa de Sección de Psiquiatría de Valdecilla, Ana Isabel de Santiago,  analiza este grave problema de salud pública con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio  

La doctora  Ana Isabel de Santiago Díaz es psiquiatra,  jefa  de  Sección de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y  responsable del Programa de Alta Resolución para el Manejo de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio (CARS) de este hospital. Es, por lo tanto, la experta que maneja los datos de quienes deciden quitarse la vida en Cantabria.  En esta entrevista para el Colegio de Médicos de Cantabria con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se celebra esta semana (10 de septiembre), explica la realidad actual sobre suicidios y,  a pesar de la crudeza de los indicadores,  manifiesta un mensaje de esperanza, sobre todo porque  han disminuido con respecto a los años de pandemia.

-La semana que viene se celebra el día de la prevención contra el suicidio ¿cuál es la situación en Cantabria hoy en día?

Tras el aumento del número de suicidios de 2022, tanto en términos absolutos (61 casos), como con respecto a la tasa por 100.000 habitantes (10,44), la tendencia afortunadamente se ha invertido. En 2023 se ha reducido el número de suicidios a 51 (igual cifra que en 2017 y 2019), retornando la tasa a la situación previa, en torno a 8,62 por 100.000 habitantes (por debajo de la media nacional), según los datos del Instituto de Medicina Legal de Cantabria.

Esta es una muy buena noticia, pero no debemos olvidar que el suicidio constituye un problema de salud pública de primer orden, siendo en la actualidad una de las principales causas de años potenciales de vida perdidos, así como de fallecimiento en poblaciones jóvenes, superando en nuestro país, la suma de muertes por accidente de tráfico, homicidio, accidente laboral y violencia de género. Según los datos anuales del INE y con los de 2023 aún provisionales, en este siglo, entre el 2000 y el 2023, han muerto por suicidio en España 85.572 personas, de las que 805 corresponden a Cantabria. Por ello, la celebración del día mundial de la prevención del suicidio cada año sirve para hacer visible este grave problema y recordarnos que su prevención es
responsabilidad de toda la sociedad, no sólo del sistema sanitario, que debe llevarse a cabo diariamente. Con el lema de este año, «Cambiar la narrativa», se quiere derribar barreras, como el estigma, concienciar del problema y crear una cultura de comprensión y apoyo para prevenir el suicidio, en la que todos, individuos, comunidades, organizaciones y gobiernos tienen un papel importante que desempeñar para cambiar la narrativa sobre el suicidio.

-¿Ha cambiado el perfil de los pacientes que tienen la intención de acabar con su vida?

Si bien el grupo más numeroso en las tentativas de suicidio sigue siendo el de las mujeres en edades medias, también se ha observado en los últimos años un aumento paulatino en el número de varones que realizan tentativas de suicidio. Esto supone por tanto la disminución de la tradicional diferencia entre mujeres y hombres con respecto a los intentos de suicidio, con una tendencia a irse igualando. En los últimos dos años, ha habido en España un incremento de las tentativas de suicidio en menores de 13 a 17 años, especialmente entre niñas y adolescentes inmigrantes, que también hemos constatado en Cantabria.

Aunque el suicidio sigue siendo más prevalente en hombres adultos, en Cantabria se ha producido un incremento del número de mujeres, con cifras récord en los últimos dos años, que alcanzaron el 33% y el 35% de los suicidios respectivamente en 2022 y 2023, en comparación con las previas situadas en torno al 20%.

-¿Hizo tanto daño la pandemia?

La pandemia de COVID-19 probablemente exacerbó problemas preexistentes de salud mental, lo que se tradujo en un aumento de la conducta suicida y de la mortalidad por suicidio a partir de 2020, que ha continuado en ascenso hasta 2022. Las cifras de 2023 aún son provisionales, pero parece que rompen esa tendencia, pudiendo significar que ya comienza a invertirse. Las tasas de suicidio se comportan a lo largo del tiempo en dientes de sierra, con picos y valles que pueden observarse claramente a lo largo de este siglo, en el que ha habido aumentos similares a los de 2021 en las tasas de suicidio en España en 2000, 2003 y 2014.

No debemos olvidar que el suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial. La pandemia COVID-19 supuso un desencadenante de problemas económicos y sociales, supuso la muerte de muchas personas que constituyen una pérdida para sus familiares y amigos, más allá de las consecuencia por las restricciones que tuvieron lugar en los momentos del confinamiento.

Pero además, la pandemia aceleró de forma significativa la digitalización de la vida en todos los ámbitos, con cambios tecnológicos que fueron entonces imprescindibles y que llegaron para quedarse. El teletrabajo ya casi es una norma global experimentando un auge masivo, las plataformas de aprendizaje en línea se convirtieron en esenciales durante el confinamiento, pero han impulsado la adaptación rápida de escuelas y universidades a la enseñanza remota, el comercio electrónico, la telemedicina, el enorme desarrollo de las redes sociales. Todo ello ha transformado a gran velocidad, y parece que de forma permanente, el modo en que nos relacionamos, trabajamos, aprendemos y accedemos a servicios básicos, fomentando un nuevo
“confinamiento” con cada vez más escasas interacciones sociales personales.

-¿En qué estamos fallando como sociedad para haber llegado a este punto?

A pesar de avances en la concienciación, el estigma asociado a los trastornos mentales sigue siendo una barrera significativa para que las personas busquen ayuda, de modo que es posible que muchos afectados oculten su sufrimiento y no reciban el tratamiento adecuado que además está disponible en nuestro sistema sanitario, lo que aumenta el riesgo de suicidio.

La inestabilidad económica, el desempleo y la precariedad laboral incrementan el estrés, la ansiedad y la desesperanza. Disponemos de muchas evidencias de que durante las crisis económicas las tasas de suicidio suelen aumentar, ya que la incertidumbre económica afecta gravemente el bienestar mental de las personas.

El uso intensivo de redes sociales ha contribuido a problemas de comparación social, ciberacoso y aislamiento, especialmente entre adolescentes y jóvenes. La presión por mantener una imagen idealizada puede desencadenar ansiedad y depresión, y el ciberacoso se asocia directamente con un mayor riesgo de suicidio​. El aislamiento social es un factor de riesgo importante, y en la sociedad actual, la falta de redes de apoyo emocional, exacerbada por factores como la urbanización o la pandemia de COVID-19, ha incrementado los casos de soledad. Esto afecta tanto a jóvenes como a adultos mayores, aumentando su vulnerabilidad ante los pensamientos suicidas.

La falta de un enfoque preventivo adecuado, tanto a nivel social como gubernamental, es uno de los mayores fallos en la lucha contra el suicidio. Sin duda, la inexistencia de un plan nacional de prevención del suicidio que identifique los riesgos y diseñe e implemente estrategias eficientes es la manifestación de ese fallo como sociedad al que aludes.

-Cantabria es líder en la prevención de suicidios ¿cómo lo habéis conseguido?

Hace ya más de 8 años diseñamos y pusimos en marcha en Santander el Programa CARS (Programa de Alta Resolución para el Manejo de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio) con el fin de dar respuesta asistencial a un problema de salud pública de enorme magnitud, como es el suicidio. CARS es un programa de intervención que incorpora la ideación suicida además de las tentativas de suicidio como criterio de inclusión, que hace énfasis en la rapidez de respuesta, que se basa en la actuación de un equipo multidisciplinar que tiene sus actividades protocolizadas
pero priorizando la atención individualizada y que se ha ceñido a un ciclo de mejora incorporando nuevos elementos al programa como la terapia grupal, la aplicación digital para la monitorización diaria y el plan de seguridad personal. El programa dispone de su Plan Funcional publicado, en el que se describen todos los procesos del programa y que ha servido de modelo para la implementación de programas similares en otras CCAA.

Desde su inauguración el 1-marzo-2016 hasta el 31-agosto-2024 han sido atendidas 808 personas en CARS. El 60% mujeres, con 43,20 de edad media (sin diferencias según género). En el 62% de los casos se trató de tentativas de suicidio e ideación autolítica en el 38% restante. La necesidad de ingreso hospitalario por riesgo suicida se ha reducido en estos 8 años en el área de referencia CARS siendo la media anual del 14,5%, en comparación con el resto de las áreas sanitarias de Cantabria donde no tienen implementación de programas similares, que alcanza el 31%. La recurrencia de tentativas suicidas en el año posterior al episodio índice es del 12,3% en los atendidos en CARS en comparación con los pacientes que reciben atención convencional, que
llega al 21,5%. Igualmente, la necesidad de ingreso psiquiátrico por cualquier causa psiquiátrica en el año siguiente al episodio índice es la mitad en los pacientes atendidos en CARS en comparación con los atendidos en el circuito convencional de salud mental (9% vs 18%). Estas diferencias han resultado estadísticamente significativas y la información al respecto puede ser ampliada consultando una reciente publicación de este año.

En el programa no sólo se lleva a cabo el adecuado tratamiento de los problemas de salud mental que presentan las personas que han presentado conducta suicida, sino que se trabaja de forma interdisciplinar (psiquiatras, psicólogos, enfermeros y terapeuta ocupacional) con los pacientes y sus familias para la adquisición de herramientas útiles para afrontar el sufrimiento emocional de forma saludable y de este modo prevenir el riesgo de suicidio. Evitar el ingreso, realizar una intervención ambulatoria intensiva e involucrar a las personas en el cuidado de su propia salud
suponen un avance muy importante en la desestigmatización de los problemas de salud mental y la conducta suicida.

Nos llena de orgullo el reconocimiento que el Programa CARS a recibido a nivel nacional en estos años. Ha sido finalista en los Best-in-Class (BIC) en dos ocasiones (en 2017 en Mejor Proyecto de Coordinación Asistencia y en 2022 en Mejor Proyecto de Humanización Asistencial) y ganador del primer premio en la VI Edición de los Premios Afectivo-Efectivo 2020. También en 2022 ha sido ganador de dos premios a la Innovación con la APP-CARS, en la 2ª edición de los Premios E-nnova Health en la Categoría de Telesalud y e-learning y en los Premios a la Innovación Clínica de la
Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, en la Categoría de Técnica Clínica.

-Para terminar ¿cuál es tu objetivo a corto y medio plazo para continuar reduciendo la cifra de intentos de suicidios?

A corto plazo, seguir trabajando en el programa, hemos constatado su utilidad, de modo que apostamos por mantener lo que funciona e ir mejorándolo. Por eso hemos empezado a introducir cambios en el abordaje con el fin de ir adaptándonos a las nuevas necesidades de la población que nos llega. Continuar también con nuestra línea de investigación en prevención del suicidio del Instituto de Investigación Valdecilla (IDIVAL) que nos ayuda a evaluar de forma los resultados de nuestra labor asistencial. También continuamos con la labor de difusión del programa, participando en diversos cursos de formación en otras CCAA.

A medio plazo es crucial generalizar el programa a todas las áreas sanitarias de Cantabria y a la población infanto-juvenil. Introdujimos estos objetivos en la línea de Prevención del Suicidio del Plan de Salud Mental de Cantabria 2023-2026, pero hace falta poner en marcha los programas. Igualmente, desarrollar programas preventivos específicos en el ámbito educativo y laboral.
También estamos trabajando en un proyecto de investigación en colaboración con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cantabria, centrado en el estudio de las características demográficas y asistenciales de las personas muertas por suicidio en Cantabria. Con ellos esperamos definir un perfil de riesgo que nos permita identificar dianas terapéuticas tempranas para la prevención del suicidio.