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El internista y catedrático José Antonio Riancho recogió el Premio a la Trayectoria en el Ámbito Hospitalario del Colegio de Médicos de Cantabria

El doctor José A. Riancho nació en Torrelavega. Obtuvo la Licenciatura y el Doctorado en Medicina en la Universidad de Cantabria, cursó la especialidad de Medicina Interna en el Hospital Marqués de Valdecilla y completó su formación con diversas estancias en centros de referencia de Estados Unidos y Europa.  En la actualidad, es catedrático de Medicina de la Universidad de Cantabria y  jefe de Sección de Medicina Interna de Valdecilla.
A lo largo de su trayectoria  ha desarrollado  una amplia  experiencia clínica y de investigación en enfermedades esqueléticas y del metabolismo mineral, con varias líneas de investigación especialmente relacionadas con la genética y la epigenética de estos trastornos. En el ámbito asistencial, coordina la Unidad de Enfermedades Raras en Adultos, que puso en marcha en el año 2020 en el Servicio de Medicina Interna del HUMV,  y forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER). Además, ha publicado más de 250 artículos en revistas internacionales, incluyendo algunas de máximo impacto como Nature, Nature Genetics o Science, y  ha editado dos libros y publicado numerosos capítulos en otros textos.

También es miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna;  de la Sociedad Española de Investigación sobre Osteoporosis y Metabolismo Mineral;  de la Sociedad Europea de Tejidos Calcificados y de la Sociedad Americana de Investigación Ósea y Mineral.  Participa en varios consorcios internacionales dedicados a investigar las bases genéticas de los trastornos esqueléticos y es miembro de la Real Academia de Medicina de Cantabria. Una larga carrera profesional  repleta de logros que  llevaron  al COM Cantabria a entregarle uno de sus Premios.

-Has recibido uno de los Premios a la Trayectoria Profesional de COM Cantabria ¿qué ha supuesto para ti?

Me he hecho mucha ilusión porque es un reconocimiento de mi Colegio, es decir, de alguna manera, de mis compañeros. En estos años he tratado de compaginar los diferentes aspectos de mi labor como médico de hospital, en la que la asistencia es sin duda la tarea esencial, pero en la que la docencia, la investigación y la gestión no pueden ser dejadas de lado. Estoy muy agradecido por que hayan considerado  que mi trayectoria es meritoria.
-Además, este Premio es el que se dirige  al ámbito  hospitalario, muy castigado en los últimos años por la pandemia ¿crees  que ya se ha recuperado del todo? 
Si, creo que en general se ha recuperado la actividad normal. Pero no quiero dejar de remarcar mi admiración por la extraordinaria respuesta que dieron la inmensa mayoría de los médicos, y también otros profesionales, en el tiempo de la pandemia. Su generosidad y espíritu de sacrificio, asumiendo incluso el riesgo vital que suponía para ellos y sus familias, fue una de las experiencias que a lo largo de estos años me ha hecho sentirme más orgulloso de pertenecer a esta profesión.
Ahora se discute a menudo, en España y otros países, si la Medicina es «un trabajo» o «una vocación». Evidentemente es un trabajo y como tal requiere unas condiciones laborales y una remuneración adecuadas. Pero para que sea realmente satisfactoria para el paciente y para el propio médico, es necesario que este tenga un fuerte componente vocacional que le lleve a sentir su responsabilidad personal con el paciente.
-Eres especialista en Medicina Interna ¿es esta especialidad atractiva para los médicos jóvenes o hay déficit de internistas? 
Las plazas de médico residente de Medicina Interna se cubren en su totalidad. Es decir, sí resultan atractivas para los jóvenes. No obstante, como otras especialidades generalistas (como la Medicina Familiar y Comunitaria o la Pediatría, por ejemplo), requiere un esfuerzo especial por parte del médico. Y quizás no siempre se entiende bien. A nivel social, casi todo el mundo sabe qué hacen un cardiólogo o un neurólogo, pero no todos saben qué hace un internista. Por eso es importante que hagamos pedagogía y expliquemos a la sociedad (a veces, también a otros médicos) qué competencias tenemos los internistas.
-Llevas muchos  años en Valdecilla ¿ha cambiado mucho tu trabajo  a lo largo de tu trayectoria?
En los más de 40 años que llevo en Valdecilla ha habido cambios notables. Por un lado, la edad de los pacientes ha aumentado mucho y, en consonancia con ello, la comorbilidad. Eso hace que la asistencia sea más compleja. Afortunadamente, en estos años la tecnología ha avanzado mucho y hoy disponemos de procedimientos que nos permiten hacer un diagnóstico más rápido y más preciso. Igualmente, han aparecido numerosos tratamientos nuevos que nos impactan  beneficiosamente en la calidad y la expectativa de vida de nuestros pacientes.
También se han producido algunos cambios que me parecen menos deseables. Por un lado, la gestión se ha hecho mucho más compleja y eso ha llevado a menudo a los gestores a restringir la capacidad de decisión de los profesionales  en aspectos organizativos. Comprendo los motivos, pero me parece que ello tiene el riesgo de que algunos médicos tengan la tentación de una actitud «funcionarial», de manera que tratan de hacer bien su trabajo, pero sin ese compromiso personal adicional que sugería antes.
-Y con respecto  a tu  carrera profesional,  ¿de qué te sientes más satisfecho?
Sin duda, del compromiso que he tratado, y sigo tratando, de mantener con mis pacientes. Como decía aquella frase, «a veces curándoles; a menudo aliviándoles y siempre consolándoles». En segundo lugar, de haber podido ejercer alguna influencia beneficiosa en los estudiantes y médicos residentes, o en los compañeros del Servicio. Cuando alguno de ellos cariñosamente me ha dicho «eres para nosotros un referente»   me he sentido profundamente agradecido y realizado. Y en tercer lugar, estoy satisfecho de haber mantenido una actividad investigadora durante estos años. Sobre todo, porque estoy convencido de que  cuando un Servicio lleva a cabo alguna labor de investigación se produce una mejoría de la calidad asistencial.
-Para terminar,  ¿qué futuro le auguras a la Medicina Interna a medio y largo plazo? 
En un mundo tan cambiante como el actual, resulta difícil hacer predicciones. No obstante, si tenemos en cuenta por un lado que los internistas estamos particularmente capacitados para atender globalmente pacientes adultos con problemas complejos en múltiples órganos, y, por otro, que cada vez más pacientes presentan múltiples comorbilidades, creo que la Medicina Interna ha de jugar un papel muy importante en los sistemas sanitarios. Eso sí, es necesario que los internistas estemos muy atentos a las novedades que van surgiendo en el ámbito sanitario, incluyendo por ejemplo, las nuevas técnicas de imagen, como la ecografía a pie de cama, las nuevas técnicas de análisis genético, o todas las  herramientas que están surgiendo alrededor de la inteligencia artificial. Y es también importante que hagamos un esfuerzo para explicar a la Administración Sanitaria, y a la sociedad en general, cuáles son nuestras competencias, es decir, qué podemos aportar en beneficio de los pacientes.