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ARTICULO DE OPINION: Centralidad, equidad y calidad, los idiomas que debe hablar el MIR
Articulo de opinión del doctor Javier Crespo, presidente de la Comisión Nacional de Digestivo y presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva
Hace unos días, los Gobiernos Central y Autonómico Catalán anunciaron el inicio de un calendario para el traspaso de algunas competencias, entre las que se incluía la formación especializada médica en España (MIR). Es cierto que la ministra de Sanidad declaró posteriormente que se va a continuar con el sistema actual, pero no es menos cierto que la ministra de Política Territorial no se ha desdicho de sus declaraciones y que el consejero de Sanidad de la Generalitat de Cataluña ha reafirmado la existencia de esta negociación en la agenda. La incertidumbre generada por estas palabras y la capital importancia de la formación especializada sobre nuestra propia asistencia sanitaria, justifica estas breves reflexiones.
La formación médica en España ha pasado por diversos modelos. En el primer tercio del siglo XX, algunos hospitales de vanguardia, como la Casa de Salud Valdecilla, establecieron programas de internado para la formación especializada. Posteriormente, entre los años 1944 y 1955 se estableció una especialización basada en “Escuelas” dependientes de la Universidad y, a partir del año 1977, se regula la especialización en las hospitales de la Seguridad Social, oficializando un modelo que se inició en algunos hospitales, entre los que destacaron el Hospital General de Asturias o la Clínica Puerta de Hierro de Madrid. Y un denominador común de esta pequeña historia, es que todos los programas de formación fueron impulsados por profesionales pioneros en cada momento, en ningún caso fueron impuestos, ni partieron de una negociación política, sino de una discusión técnica.
El MIR no es solo un examen, el MIR es un sistema, primero, de selección y, posteriormente, de formación sanitaria especializada. El acceso mediante un examen imparcial, objetivo, único y centralizado permite al opositor acceder a la mejor formación en los mejores centros, exclusivamente en base a sus méritos, garantizando la igualdad de oportunidades. Posteriormente, se inicia el aprendizaje mediante un exigente programa que fomenta el crecimiento personal y profesional de los médicos mediante una capacitación progresiva basada en la supervisión decreciente, con un incremento gradual de la capacidad de resolución de problemas y de la responsabilidad individual. Profesionales altamente cualificados, autónomos, responsables y capacitados para la atención de todos nosotros es el resultado final. No, el MIR no es un examen, es un modelo de formación de excelencia consolidado, con más de 40 años de experiencia y alto reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Uno de los elementos clave que vertebran y garantizan la calidad de la asistencia sanitaria en España. Un modelo que ha trasformado la forma de hacer medicina en España, situándola al nivel de los países más avanzados del mundo.
A pesar de sus bondades y de su universal reconocimiento, la formación de especialistas médicos exige una mejora continua, capaz de adaptarse a una sociedad en continua evolución y a la imparable expansión del conocimiento. Son muchos los aspectos que deben ser revisados: la contribución de los tutores, la necesidad de una evaluación al final del periodo de residencia, de una auditoria sobre la calidad de los centros encargados de la formación y de una mayor sensibilidad de los gestores con respecto a la docencia, así como el desarrollo de áreas de capacitación avanzada o el aprendizaje de competencias trasversales, son solo algunos de ellos.
Pero la necesidad de reformas en el MIR, no justifica en absoluto ni debe ser una excusa para la potencial fragmentación del sistema. Las consecuencias negativas son múltiples. Con la pérdida de objetividad e imparcialidad del proceso se limitará la circulación de especialistas y se dañará, de forma irreversible, el libre acceso a la elección de especialidad. De hecho, supondrá el fin de un modelo de éxito que penalizará no solo a los futuros especialistas y a los centros docentes, sino a todo el sistema sanitario y, en último término, a los ciudadanos al tener esta decisión un claro impacto en la calidad asistencial sanitaria en nuestro país. Nuestros profesionales, en vez de compartir, sumar y desarrollar proyectos comunes, irán alejándose, incluso en la investigación. El traspaso de las competencias del MIR a una o más comunidades autónomas va en sentido contrario al deseable. De hecho, si algún cambio se necesita, es el tendente hacia la globalización y la armonización de nuestra enseñanza con la impartida en los países de nuestro entorno. En este sentido, la Organización Médica Colegial está trabajando en la creación de un Erasmus MIR, que pretende que parte de la formación sanitaria especializada se efectúe en una red de hospitales europeos. Un cambio en sentido opuesto al pretendido con la cesión del MIR a Cataluña, abierto a Europa y no cerrado en nuestras autonomías, que no solo facilitaría el acceso a los mejores hospitales españoles sino también a los europeos.
Nuestro MIR, un sistema de formación sanitaria consolidado, que ha mejorado de forma notable la práctica de la medicina en España, necesita cambios que mejoren su calidad, garanticen el acceso a una formación de excelencia y aseguren la cohesión del sistema. Reformas que solo se pueden hacer después de una reflexión pausada, serena, sin presiones, escuchando las voces de todos los actores involucrados en dicha formación y generando consensos. Necesitamos evidencias y no incertidumbres, consensos y no disensos, necesitamos que las potenciales modificaciones se incluyan en una agenda técnica y, finalmente necesitamos que nuestras administraciones públicas avalen e impulsen las conclusiones técnicas de los diferentes expertos en la materia. Nos jugamos la asistencia sanitaria de los próximos años.
Javier Crespo, Presidente de la Comisión Nacional de Digestivo y Presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva
Nota del autor: El sistema de formación sanitaria especializada se inició con la formación médica para, posteriormente, extenderse al resto de profesiones sanitarias (farmacéuticos, biólogos, enfermeros, etc) que ocupan un nicho clave en nuestros hospitales. En este breve editorial no me refiero a ellos por mi desconocimiento, pero probablemente las reflexiones expresadas puedan ser de aplicación en su caso.